(... una opinión personal)
Sabemos que la relativamente nueva ciencia de la preparación física en los deportes colectivos es aún más reciente, si cabe, que la de los rendimientos individuales.
En ella se fundamenta en sus orígenes y adopta unas claves, en lo relativo a planificación, que se han visto en el tiempo parciales e insuficientes.
Los enfoques dirigidos a entender la preparación física en deportes como el nuestro desde una perspectiva de carga en picos de forma van perdiendo, lógicamente, el protagonismo que tuvieron en una primera instancia.
Este trabajo en fases finalistas, tan propio de los deportes con momentos de rendimiento máximo en temporada (olimpiadas, campeonatos nacionales, regionales...) conlleva una manera progresiva y estudiada de acumulación de cargas, aparición de las mismas en escena, trabajo de capacidades, etc. que no tiene cabida directa en nuestro deporte.
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Que el fútbol debe entenderse desde la globalidad y, dentro de ella, la preparación física como una herramienta más en el desarrollo integrado de ese deporte, es algo asumido por todos y trabajado desde todos los campos de juego.
Ahora bien, en mi modesta opinión entiendo que - por un principio básico de acción reacción - debemos evitar posturas radicales al respecto, con eje en la globalidad.
Es cierto que el fútbol no entiende de picos de forma, cada domingo nos jugamos tres puntos que son igual de importantes que los de dentro de 7 días, pero ese desarrollo integral del equipo - máquina se fundamenta en el trabajo parcial del jugador pieza.
Los preparadores físicos en particular y el cuerpo técnico en general, no debemos ser ajenos a los estados de cada uno de nuestros futbolistas. Sólo desde el óptimo engranaje de las piezas debe contemplarse el perfecto desarrollo de la máquina.
Por ello es lógico entender que el historial de lesiones, los minutos jugados, los análisis de condición y estado físico e incluso los test de sensaciones individuales que algunos técnicos llevan a cabo, son excelentes vías para entender al individuo como paso (previo o paralelo) de plantear el trabajo global. Esa labor no debemos dejar de realizarla.
Desde este punto de vista, y como expresamos modestamente desde estas líneas, los trabajos que planteemos en épocas de parón (como el navideño) podrán ser de compensación, trabajo o descanso en función de lo que cada persona necesite en base a su historial, planificando un trabajo adaptado que pudiera ser complementario al global del equipo.
En este sentido, y como cierre de ideas personales, tampoco debemos ser ajenos a los requerimientos físicos que un ciclo, sesión o ejercicio provocarán a nivel adaptativo en nuestros futbolistas, siendo conscientes que todo trabajo global es imposible aislarlo del desarrollo condicional, por lo que llevará un trabajo de capacidades que demandarán una adaptación y, desde ahí, una organización por nuestra parte.
Ya que, no todo vale al servicio de la globalidad.
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